miércoles, 26 de septiembre de 2012

¿Cacerolazos en Nueva York?

Y lo peor de todo: nosotros lo creemos.

Seguí con atención el supuesto "cacerolazo espontáneo" en la puerta del hotel donde Cristina se alojaba ayer en Nueva York. Desopilante, armado, trucho, bajo, particularmente difundido por los medios que reclaman libertad, particularmente pedían libertad de expresión, particularmente tenían banners de lona (banners de lona que salen plata y que seguramente la gente que vive en Nueva York o eran turistas no se iban a poner a gastar en eso), particularmente patético.

Un cartel rezaba para que Cristina responda en conferencias de prensa. A quién, en su sano juicio, se le puede ocurrir, que una persona en Nueva York puede reclamar para que Cristina de conferencias de prensa ¿? Incluso al más ferviente opositor a la Presidenta, ese cartel deja una sola explicación: estaba todo armado. Pero todo.




No puedo parar de reirme: "Freedom of speach". ¡¡El que hizo los carteles es un genio!! Sin dudas, el Grupo Clarín y los sectores económicos concentrados que están contra este gobierno seguirán este camino: el de la mentira.

Manifestarse es un derecho de toda persona. Este gobierno lo tiene bien en claro. Cuando asumió Néstor Kirchner en 2003 ordenó que la protesta social no debía ser reprimida. Y lo cumplió. Pero armar una manifestación... amigos. Más que nunca les dejo la frase de Néstor que les dedicó hace unos cuantos años:

martes, 25 de septiembre de 2012

¡Cómo te vamos a extrañar Cristina!

Mi cabeza piensa hace mucho tiempo una sola cosa: cómo extrañaremos a Cristina cuando deje el poder. Hoy lo volví a pensar. El simple pensamiento de que un Macri, un De la Sota, un Scioli o algún que otro "político" de la oposición se pare ante las Naciones Unidas como presidente de la Argentina y no pueda ni siquiera llegarle a los talones a Cristina, me pone, por lo menos con un dejo de nostalgia de lo que vendrá en unos años.

Hoy Cristina demostró no sólo que es una excelente oradora, sino también, que la Argentina, el país que lleva adelante hace 9 años el kirchnerismo está bien plantado ante el mundo. La Presidenta le paró el carro a la directora del FMI, Chiristine Lagarde, que ayer amenazó con "sacarle la roja" al país sino acata sus medidas. Lean lo que les dijo la Presi:

“Quiero decirle que esto no es un partido de fútbol, sino la crisis económica y política más grande desde la década del ’30. Mi país no es un equipo de fútbol, sino una nación soberana y no va a ser sometida a ninguna presión ni amenaza”.

¿Leyeron? Sobre todo los que dicen que se tiene que ir. La Presidenta, plantada contra la corporación mundial. Después, cuando el país este en manos de otra fuerza política, extrañaremos a ella...

¿Qué significa 7D?

7D es la abreviación con la que el gobierno nacional y popular de la Argentina decidió llamar a la fecha en la que la sancionada Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual entrará en plena vigencia a partir de que entre en caducidad la medida cautelar presentada por el Grupo Clarín contra el artículo 161 de la misma.

La normativa, sancionada por amplia mayoría en 2009 por el Congreso nacional, prevé entre otras cosas, la diversidad de voces a través de la ampliación del espectro y la re-adecuación del sistema actual. Además, plantea la necesidad de ponerse en regla ante la autoridad de control (Afsca) y cumplir cada uno de los artículos de la Ley.

A través de una propaganda, a través de sus mensajeros mediáticos, a través de la voces de sus funcionarios de la oposición, el Grupo Clarín ha dejado en claro su posición: no quieren hacer caso a la Ley y seguir como si nada hubiese pasado. Es que para el Grupo Clarín, el 7D significa tener que dejar varias empresas de las cuales es dueña para desinvertir y dejar de ser un monopolio, tal como lo señala la normativa aprobada en el Congreso en 2009.




La D del 7D es de diciembre, de democracia, de diversidad. Es la hora de que la regla se cumpla para todos. Oficialistas y no oficialistas deberán quedar bajo el control de la nueva normativa.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Hablemos del voto a los 16

Les dejo estos tres videos de la presentación de ayer de Matías Podestá (@matijp) , un joven de 16 años en la audiencia por la ampliación de ciudadanía en el Senado de la Nación.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

No quiero

Unos por poco. Otros, por demasiado. Y una ¿menudencia?, con tanto de hipocresía como de ingenuidad. Esas podrían ser algunas de las definiciones que caben a lo sucedido el jueves a la noche.

El “poco” atañe a quienes, desde el Gobierno y sus alrededores, minimizaron por completo la magnitud de la protesta. Al margen de discusiones bizantinas sobre el número aproximado de manifestantes, fue mucha gente. Mucha. No provino con exclusividad de los barrios acaudalados. No fue sólo en Buenos Aires. Vamos: con ese mismo volumen de muchedumbre, si es del palo decimos que fue imponente. Y también es veraz que el origen estuvo en las redes sociales, porque no podría haber sido de otra forma a partir de que la oposición dirigencial no existe. Este último dato, en gran medida, es lo que llevó a desmerecer la convocatoria porque su proyección sería nula, al carecer de quienes la articulen. Pero eso no significa que deje de prestársele atención. Si es verdad que “siempre volveremos”, como dijo la Presidenta, también lo es que siempre amenaza la existencia de un núcleo de derecha, activo en más o en menos según las épocas, y conformado por factores de poder que se nutren del privilegio propio, junto con la tilinguería que les hace el coro. Eso está y que sea un paquidermo medio dormido, o espontaneísta, no quiere decir que deje de ser un elefante. Tienen recursos, ya lo demostraron en 2008 y, precisamente por no habérselos atendido, se sufrió una derrota que pudo haberse evitado. De esa pérdida se salió fugando para adelante, cuando nadie lo apostaba. Y es eso lo que vuelve a imponerse: a más reacción, más acción. Lo de la re-re es una estrategia equivocada que les proporciona gimnasia aglutinante. Es lo único de que pueden valerse y por eso lo amplifican.

martes, 18 de septiembre de 2012

Cacerolos contra la igualdad

Los cacerolazos de esta semana fueron los más grandes desde la seguidilla que, tras las elecciones presidenciales, llevó a un sector de la población a movilizarse sistemáticamente contra la Presidenta sin que quedara muy claro qué es lo que piden. Entre otras cosas, porque las elecciones que arrojaron un contundente triunfo electoral del Frente para la Victoria también dieron un mensaje lapidario para los sectores ultras del antikirchnerismo.

Lo amplio y poco específico de los reclamos en Plaza de Mayo el jueves, de acuerdo con las aisladas entrevistas periodísticas a los manifestantes, no debería tener relación con la intensidad del desprecio hacia el gobierno nacional y la fuerza política que lo sostiene. Sin embargo, así es. ¿Por qué tanto desprecio? Por que no se trata de reclamos puntuales, como puede ser el pedido de la CGT de Moyano para subir el mínimo no imponible, o una marcha espontánea tras un crimen donde los vecinos reclaman, concretamente, seguridad. Sino que se trata, en este caso, de una impugnación total y visceral, desde una posición ideológica que se asume como la principal antagonista a la visión ideológica del kirchnerismo.

Que en los cacerolazos no haya oradores ni banderas políticas muestra la carencia, más que la virtud, de ese sector social: no pueden canalizar sus reclamos a través del sistema institucional. Bah, en realidad, lo que no pueden en esta etapa del país es juntar mayorías, persuadirlas, enamorarlas, como sí logró y logra, ahora, el kirchnerismo.

La visión ideológica de los cacerolos tiene un fuerte sesgo antipolíticamente correcto. Esa es, simultáneamente, la potencia del cacerolazo y su limitación. Es decir, puede juntar al que quiere irse a Miami con dinero negro junto al que sufrió un asalto la semana pasada. Esa es su potencia. Pero ése es su límite, por que para cambiar el gobierno se necesita, además de respetar los plazos institucionales, un candidato, una plataforma, un partido político.

El rechazo a que participen partidos políticos, a que se consensúe un petitorio y un documento de síntesis, de manera de poder, en definitiva, concretar sus reclamos, tiene que ver con la visión de esos mismos cacerolos de que la oposición no está a la altura de las circunstancias.

Y tiene que ver, además, con una anomalía de nuestro sistema político: la visión conservadora que se opone al kirchnerismo no es expresada por los partidos políticos de la oposición sino, principalmente, por las corporaciones, como el caso del Partido Clarín, un grupo empresario que se arroga la facultad de estar por encima de las leyes, aunque se les van agotando los plazos y, por ende, la arrogancia de la paciencia, dado que el 7 de diciembre es el plazo donde la Corte Suprema ya no puede estirar más el incumplimiento de la ley de medios, y consecuentemente el Grupo Clarín deberá desmonopolizarse.

Los cacerolos han comprado esa visión antipolíticamente correcta de que los partidos políticos opositores no deben conducir las legítimas protestas contra el gobierno nacional. El problema es que así los cacerolos se condenan a la eterna impotencia política, al tiempo que dejan el terreno virgen para que sean las corporaciones enfrentadas a Cristina por sus intereses privados los que conduzcan el descontento radicalizado de un sector, hoy día, muy minoritario.

En ciertos círculos sociales, insultar con pasión a la Presidenta se considera normal. Esos círculos sociales son cerrados, exclusivos y muy minoritarios, pero se consideran a sí mismos como los propietarios de la verdad. Son, después de todo, los propietarios de las cosas. El problema es que esas posiciones ultras, traducidas al sistema democrático, recogen, apenas, porcentajes mínimos de adhesión.

La movilización tuvo un hilo invisible que unía a los manifestantes: el rechazo a la idea de igualdad. Ese rechazo, que queda feo expresar de manera clara, se traduce, en realidad, en insultos a los trabajadores precarizados o desocupados que reciben planes sociales, porque, piensan de sí mismos los cacerolos, los que reciben planes sociales no se esfuerzan como ellos, para trabajar o para estudiar. Como si ser albañil no requiriera más esfuerzo que ser martillero público. Como el sentimiento primordial es el desprecio, y cierta soledad política que deriva en la impotencia, los cacerolazos fueron, también, un llamado de atención para los partidos políticos opositores.

Se les está exigiendo radicalizarse, oponerse con mayor frontalidad y eficacia.

Sin embargo, este planteo es, a los usos que se propone, completamente errado.

La clave del proceso político en el campo opositor no radica en quién es el principal antagonista a Cristina, sino que se trata de observar qué sector o candidato puede “robarle” una porción del electorado a Cristina.

Claro que para las elecciones presidenciales falta un montón, tres años. En Argentina, son siglos. Y antes están las elecciones legislativas. Pero a las corporaciones esto no les interesa, por que su lógica, defensiva, es otra. Es esmerilar al gobierno para que no tenga poder frente a ellos. Ese es el verdadero conflicto. El de las corporaciones con el gobierno.

Y es a las corporaciones a las que les interesa dividir, profundizar la ruptura y crispar el discurso de manera tal de que no termine quedando claro qué es lo que la derecha propone y, además, de manera de encubrir los reclamos de las corporaciones, con una pátina de encanto popular que hoy están lejísimos de conseguir.

(*) Por Lucas Carrasco | Publicado en Diario Crónica

jueves, 13 de septiembre de 2012

Hoy es el día: cacerolas unidas y organizadas contra... contra... contra algo

""Por la libertad y la defensa de nuestra Constitución nacional", "contra la inseguridad", "contra la re-reelección", "por la defensa de las instituciones" son algunas de las consignas, que también incluyen denuncias y reclamos por las víctimas de la tragedia ferroviaria de Once, las estadísticas del Indec, el cepo cambiario y los nuevos tributos a las compras en el exterior". Nunca pensé que un diario como LA NACION, directamente, sea uno de los convocantes a la marcha contra el Gobierno que se realizará hoy en la ciudad y en varios puntos del país. Clarin, ya sabemos que lo es y lo hizo siempre sin ningún tapujo. Pero "la tribuna de doctrina" que se aboga el título de independiente... Pero más allá de eso, veamos algunos puntos de lo que se espera sea una "convocatoria espontánea":

.Libertad y defensa de nuestra Constitución nacional. Ajá. Entonces también salieron a protestar contra la dictadura que directamente se pasó por el quinto forro de las pelotas la Constitución o contra los piquetes de los ruralistas en 2008 que cortaron durante decenas de días las rutas y desabastecieron?? Espero que sí...

.Contra la inseguridad. Bien. Ahí tienen un problema real de la Argentina de hoy y de ayer. En todo caso podrían hacer una marcha contra la inseguridad, no contra el Gobierno. Digo, porque en Capital Federal, que está bajo el mando PRO de Mauricio Macri, hay un alto nivel de delincuencia e inseguridad...

.Contra la re-reelección. Cuál? La ven? Hay proyecto? Yo no veo nada. Cómo protestar contra algo que no existe. Ah, claro. La protesta es por cualquier cosa...

.Por la defensa de la instituciones. Ajá. Seguramente también salieron a protestar cuando Macri echó a docentes de una escuela en agravio a la institución educativa pública. O cuando el mismo jefe de gobierno porteño se empeña en seguir su falta de políticas en la Salud, con hospitales que requieren mucha más atención.

.El cepo cambiario y los nuevos tributos a la compra en el exterior. EXCELENTE. Se movilizan contra un gobierno nacional y popular porque no pueden comprar dólares ni tampoco hacer compras en el exterior. Qué poca visión de país! Qué poca visión de patria! El otro día Cristina inauguró más de 900 viviendas en la Villa Palito. Eso, queridos, es solución digna a los problemas de hoy. Eso es pensar en país. Eso es dejar de ver lo que le falta a uno, para darle al otro. Siempre mirando nuestros bolsillos, nuestras cosas. Nunca lo que le falta al otro.

En fin. Podría estar largo rato sobre este tema. Me resulta al menos cómico cómo se plantea la marcha, los temas de la misma y de que manera los medios opositores la fogonean. Me da un poco de lástima también...

martes, 11 de septiembre de 2012

Pibes boludos, son todos pibes boludos

Me gusta leer cosas así en la prensa: "De aprobarse el proyecto para habilitar el voto a los 16 años, que el Senado contiunuará debatiendo mañana en comisión, las aulas ya no será sólo un espacio de formación: se transformarán en un mercado electoral". Casi lo mismo decían cuando se iba a aprobar el matrimonio igualitario y pronosticaban que "se llenaría de gays el país".

O también me gusta leer otras cosas así: "Pobres chicos. La temporada de caza está abierta. Siguen muriendo en las rutas, en las calles, en los boliches, en los hospitales a donde los arroja el coma alcohólico de cada fin de semana, huérfanos de adultez nutriente, aprendiendo a sobrevivir como sea en un mundo que los adultos ausentes (o presentes desde el oportunismo y la manipulación) han convertido en inhóspito y amenazante".

Los medios de la oposición piensan que los pibes argentinos son boludos, todos boludos. Increíble. Supongo que varios de los que encabezan las primeras líneas editoriales de esos medios deben tener hijos y no creo que de ellos piensen que son boludos. Pero sosteniendo afirmaciones como lo hace un periodista de Clarín o la del columnista de La Nación, dan a entender que para ellos, los más pibes son una masa fácil de manipular.

Creo que los adolescentes de hoy nos sacan a todos una enorme diferencia. Ni siquiera los que aún pertenecemos a la juventud, nos podemos comparar con ellos. Están en otra realidad. Son la primera generación de pibes que vivieron otras cosas en su vida y se conectaron con el mundo de manera totalmente diferente a los que crecimos durante los ´90.  Pero aún así, los medios de la oposición piensan que los pibes son boludos y se van a dejar llenar la cabeza por cualquier partido político.

El otro día escuchaba algo muy cierto. En el Colegio se está constantemente con actitudes de adoctrinamiento. Un docente puede elegir tal o cual cosa para decir y allí interferira directamente sobre la formación de los más jóvenes. Recuerdo que una profesora de Historia, a los 16 años, me dijo que Perón había sido un dictador. Hay colegios religiosos que forman en el culto. Hay colegios estatales. Hay colegios privados. Hay diversos centros de formación. Pero los pibes, compañeros, no son boludos. Son mucho más inteligentes de lo que quieren mostrarnos. Pero es más fácil para ellos minimizarlos: "Son tan boludos que La Cámpora, esa agrupación del demonio, los va a reclutar en un segundo".



lunes, 10 de septiembre de 2012

Grandes para desaparecer, grandes para morir en Malvinas, demasiado jóvenes para votar

Argentina, sus políticos, sus ciclos históricos, tienen aristas interesantes y contradictorias que de una buena vez deberían ser resueltas para avanzar en el tiempo y no quedarse en palabras. No me deja de asombrar cómo el debate por el voto de los más jóvenes ha despertado el rechazo de diferentes sectores de la sociedad, políticos de la oposición y medios dominantes. 

La juventud de estos años, a esa que le tiran con un fardo cada vez que pueden despotricando por su falta de responsabilidad, su sumisión en el alcohol y las drogas, su falta de rumbo, y tantas otras cosas, le llega una oportunidad distinta. Y cuando eso sucede, son los mismos que en vez de apoyar una iniciativa para el cambio se oponen sin sustento alguno.

Pensaba en tiempos anteriores. Pensaba en mis 16. Pero también pensaba en las juventudes de los ´70 y la de los ´80. Aquellos que pensaban en un mundo distinto y lucharon por sus ideales y fueron desaparecidos brutalmente por la última dictadura militar de este país. Esos eran jóvenes, claro, pero para muchos sectores de la sociedad eran grandes para sus acciones y eso justificaba el trágico desenlance. También pensaba en aquellos que con 18 recién cumplidos tuvieron que viajar al sur de nuestra Argentina, a las Islas Malvinas, tras los sueños de un loco borracho que solamente buscaba salvar su pellejo.

Pensaba que para la sociedad, para muchos de los políticos que hoy forman parte de eso que llaman oposición y para los medios dominantes, esos desaparecidos, esos muertos en las Islas, esa juventud, ya era grande. Paradojas. Hoy son muy jóvenes para votar. Para decidir. En otras palabras, para pensar.

Sarlo, una de las plumas de la derecha opositora del país, hoy sentencia en la tribuna de Mitre: "¿Qué quiere decir "montonero" hoy? Joven, movilizado, cristinista (¿funcionario?). Síntesis del "nunca menos" y el "vamos por más"". Ya está. Los jóvenes de hoy somos montoneros del ayer. Rara apreciación para asociar dos momentos históricos diferentes del país. Capaz es un intento más de los medios opositores por inducir en la opinión pública el siguiente pensamiento: dejar votar a los más jóvenes es un error.

jueves, 6 de septiembre de 2012

La Constitución como problema

¿Cambia una sociedad a través de las mudanzas de la letra constitucional o son los cambios sociales los que luego provocan innovaciones en el articulado constitucional? En los últimos tiempos escuché afirmar las dos posiciones, e indistintamente por parte de personas que están de acuerdo con la reforma constitucional y otras que ciertamente no lo están. Esta discusión, viejo tema en torno de las determinaciones de lo social, se refiere a la cuestión bien conocida de si los cambios sociales se originan en las leyes o las leyes son provocadas por previos cambios de orientación social. Estaríamos tentados siempre a optar por esto último: una Constitución no ilumina una época, sino que es su hija predilecta. Es decir, hay primacía de los elementos de la vida social sobre el andamiaje legal. “La ley sigue a las costumbres”, dijo hace poco el diputado Felipe Solá. Ciertamente, los argumentos de los constitucionalistas suelen partir de la necesidad de adecuación de las normas a los tiempos y no los tiempos a las normas. Como prefería Jauretche, el sombrero a la cabeza y no la cabeza al sombrero. Cuestionar una Constitución que “se había hecho para el tiempo de las carretas” antes que para una actualidad de aviones y teléfonos inalámbricos era un latiguillo menemista al promediar los años ’90.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Cuando yo tenía 16

Era 2001. Sí, 2001. Cuando tenía 16 años vivía el peor año de la historia social, económica y política que Argentina recuerde en mucho tiempo. Era parte de esa generación. Una generación que vivió su adolescencia en la época menemista, que sus padres y familares, se habían hartado de ese proceso y confiaron en otro que simplemente lo profundizó.

Cuando tenía 16 años vivía en un mundo paralelo. Poco me importaba a mí y a mis amigos lo que pasaba con el país. Hasta que en ese año, vimos como muchos de los más cercanos empezaron a emigrar, a irse a España, Italia y otros tantos países. Hasta que en ese año nos contaban que "había crisis". Y vimos gente quedarse sin trabajo, sin esperanzas, sin rumbo. Y vimos como la pobreza crecía. Pero tenía 16 y era parte de una generación que no le importaba al Estado.

Después conocemos la historia. Más allá del lugar donde uno se pare, la conocemos. El país cambió. La Argentina cambió. Y los jóvenes cobraron protagonismo. Lo volvieron a hacer. Desde las escuelas, las universidades, los partidos, las organizaciones civiles, desde la Iglesia, desde cualquier lado. La juventud está presente. Y más allá de que los medios opositores se empeñen en aplacar esa pasión juvenil, allí están.

¡Qué distinto hubiese sido el 2001 con una juventud tan importante como la que vemos ahora! Y recuerdo más aún: mi primer voto fue en el 2003, en las presidenciales. No quería saber nada. Y terminé involucrado en el proceso histórico transformador más importante de las últimas décadas.

Ampliar la participación, hacer más grande el concepto de ciudadanía, no tener miedo a los jóvenes, no tener miedo al cambio. A veces tenemos que buscar las premisas que engloben los procesos y dejar de lado la crítica sin asidero. Apoyar el voto a partir de los 16 es decirle a los más jóvenes que formen parte activamente del rol que la sociedad les pide, ni más ni menos.
"A los jóvenes les digo sean transgresores, opinen. La juventud tiene que ser un punto de inflexión del nuevo tiempo". Néstor Kirchner.

lunes, 3 de septiembre de 2012

La juventud que molesta

Marzo de este año. No hace mucho tiempo. Unos meses atrás, el compañero Lucas Carrasco escribía en el diario Crónica: "Cuando los jóvenes se portaron mal, contra los manuales técnicos de los poderosos, una inmensa mayoría del pueblo soñó y sueña con que una vida mejor y un país mejor son realizables". En ese momento, comenzaba una acción deliberada de los medios de comunicación de la oposición para atacar al grupo juvenil más importante del gobierno: La Cámpora.

Hoy, ya acostumbrados a ese ataque sin sentido, las armas mediáticas opositoras tienen otro objetivo: impedir de cualquier forma que se apruebe el proyecto que autorizaría a los jóvenes de 16 años a emitir sufragio. Osvaldo Pepe, hoy en Clarín, sintetiza el espíritu del proyecto para la corporación mediática en una frase: " No es fácil discutir el voto joven en un país con una política inmadura, que se divide en torno al “sí” y al “no” con la misma convicción que un capricho adolescente".

En el fondo, lo que se discute, es la participación ciudadana. La de los más jóvenes. Los que hace 10 años veían otra Argentina y que crecieron en los cambios. Los que no conocieron al menemismo, los que no conocieron la dictadura, los que no conocieron el peronismo de Perón y Evita, sino los que conocieron a Néstor, a Cristina y a la gran farsa opositora encabezada por Carrió, Macri, la UCR y muchos otros que ni vale la pena nombrar.

El autor del proyecto, el senador Aníbal Fernández, lo dice bien claro: "Este proyecto tiene como objetivo la ampliación de los derechos políticos de los jóvenes de entre 16 y 18 años de edad, constituyendo un nuevo paso en el proceso de construcción de mayor ciudadanía para esta franja de la juventud".

La juventud molesta. Molesta porque es disruptiva. Molesta porque está ahí. Porque habla. Porque discute. Porque no está de acuerdo. Porque grita. Porque canta. Porque baila. Porque ama. Porque siente. La juventud molesta a aquellos que prefieren masas adoctrinadas bajo un eje de discusión que poco tiene que ver con lo que pasa hoy.