Me quieren hacer decir que no banco al Gobierno. De todas maneras. De todas formas. Siempre hay un dedo levantado buscando moralidad. Buscando ser verdadero. Buscando repetir hasta el cansancio viejos dichos progresistas que poco tienen que ver con la realidad.
Lo rechazo de plano. Es obvio, claro, que ningún sistema es perfecto. Que en toda gestión hay baches y tangentes que las propias personas por su condición humana generan. Corrupción, claro. Falta de eficacia en medidas, claro. Medidas que no apuntan a ningún lado, claro. Pero gente, este sistema nos sacó de donde estábamos y nos devolvió la ESPERANZA. ¿Leen? Esperanza. Eso que antes estaba depositado en un avión con rumbo a España y que hoy vemos como nuestra fortaleza sigue en pie cuando otros caen y no paren de caer.
No voy a decir que no banco al Gobierno ante sus peores penurias. Las críticas se logran trabajando día a día. El ágora está para los giles y los sinsentido que solamente se llenan la boca hablando sin decir cómo solucionar. Tildan como se les canta a los funcionarios de gobierno y a la propia Presidenta. Con eso, claro, se sienten comunicadores más jugados por la realidad. Verdaderos Walsh contemporáneos. Por favor muchachos, lejos están todos ustedes de los ideales.
La duda la planta esa máquina de mentiras llamada oposición mediática. Cada uno, a su manera, responden a los intereses concentrados del poder. Sí. INTERESES CONCENTRADOS DEL PODER. Eso. Sigue existiendo. Pero esa duda que llena de a poco la cabeza de los débiles, muchas veces se traduce en decir algo que realmente no se siente para quedar bien.
No lo van a lograr. Al Gobierno se lo banca. Siempre.
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